Vistas de página en total

jueves, 17 de febrero de 2011

Capítulo 3: De camino al campamento. Conociendo gente (Parte I)

Aqui os dejo la primera parte del capítulo 3.
Espero que os guste! ^^

Comentad por favor! muchas gracias =)
__________________________________________

Inés se encontraba durmiendo placidamente en su confortable cama. Con la barriga apoyada en el colchón, la espalda mirando al techo, media cabeza encima de la almohada, media cabeza en el colchón y los brazos debajo de la almohada, se encontraba como entre las nubes. Hacía varias semanas ya que la molesta alarma del móvil no la despertaba a las siete de la mañana. Por eso se sentía la mar de feliz descansando en su querida camita, ya que pensaba que aquel día iba a ser como los anteriores: hasta mediodía durmiendo. Pero se percató de su error cuando los gritos de su padre le interrumpieron su descanso.
- ¡Arriba bella durmiente! - le dijo su padre mientras subía la persiana y abría de par en par la ventana para que se ventilase la habitación.
- Mmm… ¿Qué hora es? - preguntó Inés escondiéndose bajo las sabanas.
- Son las siete de la mañana. - le informó su padre.
- ¿Las siete? Estoy de vacaciones, déjame dormir anda… - le contestó Inés sin intenciones de levantarse de su cama.
- ¿Pero que no ves que vas a llegar tarde? No tenias que estar en la estación de autobuses a las ocho? - le preguntó su padre.
De repente, como si una abeja le hubiese picado en el trasero, Inés se levantó de la cama.
- ¿Qué día es hoy? - le preguntó Inés a su padre un poco confusa.
- Uno de julio. Hoy te vas de campamento un mes ¿recuerdas? - le preguntó su padre.
- Ahora me acuerdo… - contestó Inés mirando el calendario que había colgado en la pared de su habitación.
- Bueno, te doy diez minutos para que te vistas y todo eso ¿vale? Voy a preparar el desayuno - le dijo su padre mientras se iba de la habitación.
Inés empezó a quitarse el pijama y a vestirse. Unos shorts y una camisa de manga corta sencilla fue lo que se puso Inés aquel día. Después de peinarse su larga melena castaña oscura y hacerse una cola bien alta, Inés bajó a desayunar.
Mientras bajaba las escaleras un delicioso aroma a tostadas penetró en sus orificios nasales. En efecto, su olfato no la engañaba. Encima de la mesa unas tostadas con mantequilla y mermelada de albaricoque la estaban esperando. Y como no, un vaso de leche bien fresquita para acompañar no podía faltar.
Inés saboreaba cada bocado de sus tostadas disfrutándolas al máximo. Por su mente rondaba la idea de que hasta que no pasase un mes no volvería a degustar comida decente. Al tragarse el último trozo de tostada , se bebió la poca leche que quedaba en su vaso y se dirigió rápidamente a la lavarse los dientes. Justo cuándo se estaba secando la boca con la toalla, su padre le informó de que tenían que irse ya si no quería llegar tarde.
Inés escuchó el sonido de la alarma del despertador de sus padres. Su madre se acababa de despertar porque tenía que ir a trabajar a las nueve. La joven aprovechó para despedirse de ella. Después pensó que despedirse de sus hermanos y de su hermana seria comparable a meterse en una jaula con unos leones furiosos. No quería ganarse unos gritos, insultos o empujones antes de irse, así que dejo al resto de la familia descansar en paz. Al bajar las escaleras Inés vio que su padre ya estaba esperándola con las maletas. Los dos juntos metieron las maletas en el capó del coche, se metieron dentro del vehículo y emprendieron el camino hacia la parada de autobuses.
- ¿Nerviosa? - le preguntó su padre a Inés.
- No, nerviosa no creo que sea el adjetivo adecuado para describirme. Yo creo que mejor dicho estoy …preocupada. - contestó Inés.
- ¿Preocupada por qué? - le preguntó su padre sin dejar de mirar hacia delante mientras conducía el coche.
- Preocupada por la comida, por la higiene, por el sitio donde dormiré, preocupada porque no me  voy de campamento una semana sino un mes, preocupada porque estaré rodeada de bestias, preocupada por todo lo que voy a sufrir… - empezó a decir Inés.
- Oye para el carro hija. Sufrir no vas a sufrir te lo digo yo. De joven fui a varios campamentos y no veas que bien que me lo pasaba. Al principio te da un poco de vergüenza porque no conoces a la gente, pero después ves que son personas muy simpáticas y te lo pasas tan bien con ellas que no prestas atención en si te gusta o no la comida, en si duermes cómoda o incómoda … Hazme caso, te divertirás mucho Inés - le explicó su padre.
- Lo dudo mucho porque yo no soy de esas personas abiertas a quien les encanta conocer gente nueva, ir a sitios desconocidos, probar cosas diferentes y todas esas cosas, y lo sabes muy bien papá - le contestó su hija.
- Yo ya no te digo nada más. Cuando vuelvas de allí ya me contarás si tu opinión sobre el campamento es la misma o no - dijo su padre.
- Tienes razón. No será la misma. Será peor - le aclaró Inés elevando su tono de voz.
Su padre suspiró dando por finalizada la conversación con su hija y siguió conduciendo sin decir ni una palabra más.
El coche era como un ataúd para Inés, y cada metro que avanzaban era como un clavo. La joven odiaba aun más a su prima Susana. Si se hubiese quedado en Murcia en vez de haber venido a pasar un mes en su casa ahora ella estaría aún tumbada en su cama descansado sin tener que pensar en ese horrible campamento.
Transcurrieron unos cinco minutos más antes de llegar a la estación de autobuses. Desde el coche, mirando a través de la ventana, Inés pudo observar como su amiga Laura daba saltos de alegría a la vez que la saludaba enérgicamente con la mano y le dedicaba una amplia sonrisa. Se notaba que estaba realmente feliz y con muchas ganas de ir al campamento.
Inés bajó del coche y con ayuda de su padre transportó las maletas hasta el autocar. Después se dirigió al lado de Laura dejando a su padre hablando con los padres de su amiga.
- Te veo muy entusiasmada esta mañana Laura - le dijo Inés a su mejor amiga.
- ¡No te equivocas! ¡Tenia unas ganas terribles de que llegase este día! ¿Tú que tal? - le preguntó Laura a Inés.
- ¿Yo? Pues deseando que termine el campamento para volver a casa - le contestó Inés mientras se sentaba en un banco que había justo al lado.
- Pero si ni siquiera hemos subido al autocar que nos llevará al campamento… Y encima acabas de bajarte del coche y ya te has vuelto a sentar. Desde luego… ¡que poco aguante tienes chica! - dijo Laura pegando patadas y puñetazos al aire para demostrar su energía.
- Pero Laura, no puede ser posible que no veas nada negativo en esto - le dijo Inés.
- Yo no he dicho eso en ningún momento. Claro que hay cosas negativas… No podré estar con mi Manu durante un mes… - contestó Laura borrando la sonrisa de su cara.
- Uy si, debe de ser terrible… - dijo Inés irónicamente.
- No te lo puedes ni imaginar… Solo de pensarlo notó como si alguien estrangulara mi corazón… - contestó Laura sin captar la ironía de Inés.
Antes de que Inés pudiese decir algo, observó que la gente comenzaba a subir al autocar. Las dos amigas se dirigieron hacia sus padres.
- ¿Qué, como estas? – le preguntó su padre acariciándole la cabeza.
- Prefiero no contestar a eso – respondió Inés bajando la mirada.
- Como quieras. ¿Estas segura de que lo llevas todo verdad? – le preguntó.
- Sí, tranquilo, no seas como mamá – le contestó Inés mientras observaba que Laura empezaba a soltar algunas lágrimas al abrazar a su madre.
- Oye, te voy a echar mucho de menos ¿sabes? – le confesó su padre conteniendo las lágrimas.
- Papá, no nos pongamos sentimentales ¿vale? Sabes de sobra que yo también te voy a extrañar mucho pero creo que no hace falta que me ponga a llorar para que lo captes – le explicó su hija sonriendo.
- Lo sé. Ya es la hora, ya casi todo el mundo ha subido al autocar. Pásatelo bien ¿vale? – le dijo su padre mientras se despedía de su hija en voz baja y dándole un cariñoso beso en la cabeza.
- Hey, Inés, ¿vamos? El autocar se va a ir si no subimos – le anunció su amiga Laura.
- Si, voy. Bueno papá, hasta dentro de un mes. Te quiero – le dijo su hija dándole un beso en la mejilla.
- ¡Cuídate y sobretodo pásatelo bien! – se despidió su padre.
Las dos chicas subieron al autocar y cogieron sitio. Cuando se sentaron juntas, miraron por la ventana y saludaron a sus padres. La madre de Laura aún lloraba. Laura tan solo tenia los ojos un poco colorados y húmedos.
Pasados unos segundos, el autocar se puso en marcha. Las dos amigas se acomodaron en sus asientos. Aquel seria un largo viaje. Laura deseaba llegar lo antes posible al campamento. En cambio, Inés deseaba que el trayecto del autocar fuese largo, muy largo, infinito. Aunque después se lo pensó mejor y deseó que el trayecto fuese corto y que su destino fuese su casa, no el campamento. Pero aquello era totalmente imposible, por eso decidió relajarse y escuchar música.
- ¿Ya te vas a poner a escuchar música? - le preguntó Laura.
- Sí. ¿Por qué lo preguntas? - dijo Inés extrañada.
- En un autocar se escucha música cuando te esta entrando el sueñito y te propones dormirte un rato, no cuando acabas de subir y aún estas despierta y con alegría - le explicó Laura a Inés mientras le quitaba el iPod de las manos.
- ¡Tú estas despierta y con alegría! Yo tengo sueño y no estoy alegre en absoluto. ¡Te recuerdo que no voy a ese campamento por gusto! Así que devuélveme mi iPod ahora mismo Laura - le inquirió Inés a su amiga.
- ¡Que aburrida eres! Eres el aburrimiento personificado, ¡que lo sepas! - le dijo Laura.
- ¿He odio la palabra aburrimiento por aquí? - preguntó un chica que se sentaba justo delante de ellas. Aquella chica tenia la cara más graciosa que jamás hubiesen visto. Sus ojos eran del color del bronce, su nariz era pequeñita y respingona. Sus labios eran carnosos y su rostro estaba lleno de diminutas pecas del mismo color de su pelo, el cual era pelirrojo y exageradamente rizado. Desde un buen principio, a Laura ya le cayó bien.
- Sí, la has oído perfectamente. Esta chica que ves a mi lado es el aburrimiento personificado, te lo aseguro - le informó Laura señalando a Inés.
- ¿Y esta chica como se llama? - preguntó la chica del pelo rizado con intención de que fuese la misma Inés quien contestase a eso.
- Se llama Inés - le contestó Laura al darse cuenta de que Inés pasaba olímpicamente de ellas.
- Pues que sepas, Inés, que en el campamento no se aceptan personas aburridas - le informó la chica bromeando.
- Mejor para mí, así me vuelvo a mi casa, de donde jamás tuve que haber salido - dijo Inés con una cara de amargura total.
- ¡Venga no te enfades! ¡No quiero ver caras largas! Me llamo Olga - le dijo la chica del pelo rizado a Inés extendiendo su mano en modo de saludo.
- Encantada supongo… - contestó Inés dándole la mano con inseguridad.
- ¡No supongas tanto porque has hecho una nueva amiga! ¡Y lo mismo te digo a ti! - les dijo Olga a Inés y a Laura.
- Yo me llamo Laura - le dijo Laura dándole dos besos, uno en cada mejilla, a Olga.
Después de esa presentación, Olga y Laura empezaron a hablar de cómo era su vida, de su familia, de donde estudiaban, de los intereses que tenían y finalmente acabaron por hablar de chicos, un tema que les interesaba a las dos por igual.
- Yo tengo novio. Se llama Manu y es la ternura personificada… - explicó Laura entra suspiro y suspiro.
- A mi me encantan los chicos… De hecho, por la calle, en un restaurante, en el instituto, es decir, donde sea, me puedo quedar mirando descaradamente a un chico guapo todo el tiempo del mundo… Sin embargo… sin embargo nunca he tenido novio… - explicó Olga desviando la mirada hacia otra banda.
- ¿Y porque no? Pretendientes no te deben faltar… - dijo Laura un poco confusa.
- Pretendientes he tenido unos cuantos, el problema es que ninguno de ellos me ha interesado lo más mínimo… Yo no soy de aquellas chicas que van con cualquiera cada fin de semana… A mi desde siempre me ha gustado el mismo chico… Y creo que jamás dejará de gustarme por mucho tiempo que pase - confesó Olga un poco triste.
- ¿Cómo se llama? ¿Cómo es? - preguntó Laura con cierta curiosidad.
- ¿Ves aquel chico de allí? El de la camisa naranja. Es él - le dijo Olga señalando a un chico que había cuatro asientos por detrás de ella.
- Ah, ya le veo. Perdona que te diga, pero el chico no es nada del otro mundo… - le comentó Laura un poco decepcionada.
- Lo sé. Pero es un persona fantástica. Me encanta como es, su manera de actuar, su forma de reír, de alegrar a las personas… me encanta su aspecto aniñado… me encanta todo su ser… - le confesó Olga mirando fijamente al chico.
- Vaya…¡Es cierto que estas realmente enamorada! - dijo Laura sonriendo - ¿Y cómo se llama? - preguntó Laura mirando de nuevo al chico.
- Se llama Oscar. Siempre hemos sido vecinos. Nuestras familias siempre lo hacían todo juntas. Íbamos al mismo colegio. Y bueno, yo no quería acabar el colegio porque sabia que iríamos a institutos diferentes, pero por suerte al final vamos al mismo y a la misma clase - informó Olga.
- ¿Y él que siente por ti? - le preguntó Laura seriamente.
- Pues nada - dijo Olga sonriendo con amargura - Él nunca ha tenido novia, pero sé perfectamente que él tan solo me ve como a una hermana… - aclaró Olga con tristeza.
- No te voy a mentir. Tu le conoces mejor, así que quizás tengas razón. Como desde bien pequeños habéis estado juntos, es normal que quizás te vea como una hermana. Pero por otra parte, al conocerte tanto, al haber compartido tantas cosas contigo, llegue a la conclusión de que sois perfectos el uno para el otro - dijo Laura haciéndose un lío ella sola.
- Lo dudo mucho. Da igual, ya me he hecho a la idea que jamás llegaremos a nada. Es curioso… Nos acabamos de conocer y parece que seamos amigas de toda la vida. Me sorprende la facilidad con la que se puede hablar contigo Laura - le comentó Olga a su nueva amiga.
- Me pasa lo mismo. ¡Con pocas personas había hablado de tantas cosas con tal facilidad! - contestó Laura sonriendo con alegría.
- ¡¿Oye y tu que Inés?! ¿Qué tal con los chicos? ¡Seguro que con lo guapa que eres tienes un montón de chicos a tus pies! - le dijo Olga guiñándole un ojo.
- No me hables de mierda por favor. No quiero que se me revuelva el estomago en el autocar - le soltó Inés bruscamente.
- ¿Mierda? - preguntó Olga sorprendida.
- Sí. He dicho mierda para nombrar a los chicos. Al fin y al cabo mierda es lo que son todos ellos - dijo Inés sin cortarse un pelo.
- Oye, estoy de acuerdo en que hay algunos que son lo que tu dices, pero hay muchos otros que son todo lo contrario Inés - explicó Olga pensando en Oscar.
- Te equivocas Olga. Todos son iguales. No te fíes de ninguno, te lo digo por tu bien - le aconsejó Inés seriamente.
Antes de que Olga pudiese decir algo más, una monitora anunció que iban a parar veinte minutos para estirar las piernas, ir al baño etc.
Olga tuvo que despertar a la compañera que tenia al lado, la cual se había quedado dormida solo subir al autocar.
- Se llama Lorena. Va mi clase - les informó Olga a sus dos nuevas amigas.
Las cuatro chicas bajaron del autocar una detrás de otra.

3 comentarios:

  1. bua!!, voy a ser la primera en estrenar la lista de comentarios!!
    K BIEN Q ESCRIBES!!! por lo visto, aki la unica k no tiene arte para escribir soy yo....:(, xd
    chica cada dia me tienes mas intrigada con la historia, kiero saber ya lo k pasara!!

    Sigue escribiendo cada dia, tienes muchisimo talento, y una imaginacion enorme
    un besazo my musky

    ResponderEliminar
  2. Claro que siii la musky es una super escritora!!!!!! Musky quiero que sigas escribiendo esta historia, que arregles todo lo que querias arreglar y que lo pongas ya!! que quiero saber el finalll!!!

    besos guapisimaaaa(L)

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias a los dos guapisimas!!!!!!!
    Como os quiero Tusky y Rusky!!! (LL)
    Bueno, muy bien escrito no es que esté pero bueno...XD esto lo escrivi hace 1 año más o menos, y se ha quedado estancado XD
    Ruskyy hasta que puedas leer el final puff falta muchisimo creo yo eh XD de momento quiero terminar la otra historia paranoia que te enseñe XD supongo que creare un blog donde publicare mini relatos como ese =P
    Y Tusky ahora publico la continuacion =P
    Muchas gracias por los comentarios (LL) ^^

    ResponderEliminar