Capítulo 1: Último día de instituto. ¿Vamos de campamento? (Parte I)

Diecinueve de junio, último día de instituto. En aquella calurosa y soleada tarde, en la clase de Inés no había absolutamente nadie que no desease que se acabará de una vez por todas aquel primer año de bachillerato científico. Pese a los horrores que le había costado, Inés consiguió superar el curso con todo aprobado. Hasta había conseguido aprobar las terribles matemáticas y la terrible física que tanto temía. Ahora ya estaba tranquila. Pensaba pasar un tranquilo, placentero y relajado verano, lejos de todo el estrés que había pasado aquel año.

Sentada en su pupitre situado al lado de la venta abierta, un suave airecito de comienzos de verano le acariciaba suavemente su moreno rostro. Inés jugaba con su bolígrafo de color azul inconscientemente mientras estaba sumergida en sus pensamientos. Tenía tantos planes por hacer ese verano que estaba a punto de iniciar… El bolígrafo subía y bajaba, subía y bajaba, una y otra vez entre los dedos de la joven Inés. Su profesora Gertrudis iba hablando y hablando sin cesar. Que si el año que viene algunos se tienen que poner las pilas, que si se tienen que comprar libros de ejercicios para practicar este verano, que si esto, que si lo otro… ¿Qué más le daba a Inés todo aquello? Nada podría borrarle de la cara esa sonrisa que se le había formado al ver que su reloj marcaba que dentro de tan solo veinte minutos serian libres por tres relativamente largos meses de verano.

De repente, Laura, la mejor amiga de Inés desde que tenían uso de razón, se giró y le sonrió animadamente dispuesta a entablar una conversación un poco menos deprimente que escuchar hablar a Gertrudis.

- ¿Cuánto queda? - le preguntó Laura a su amiga en voz baja.

- Unos veinte minutos - le contestó Inés tan disimuladamente como ella.

- No aguanto más, me quiero ir ya… Entre el calor que hace y el discurso de Gertrudis, se me está derritiendo el cerebro… - se quejaba Laura sin saber que más decir.

- Oye, ¿tienes mucha prisa por marcharte a casa cuando se acaben las clases? - le preguntó Inés a su amiga Laura.

- ¿Prisa? ¡Qué pregunta! ¡Claro que no! ¡Cuando salgamos estaremos de vacaciones! - le contestó su amiga cada vez más deseosa de salir de allí.

- No sé… quizás tienes que hacer algo y tienes prisa… - dijo Inés con un tono de voz más bajo que el de su amiga.

- Parece que os lo estáis pasando muy bien ¿no es así Inés y Laura? Si queréis podéis compartir lo que estáis hablando con la clase - les dijo la profesora Gertrudis interrumpiendo su conversación.

- Eh…no, no. Tan solo le estaba preguntando…cuando hay que venir a buscar las notas… - se inventó Laura astutamente.

- Ahora iba a hablar de ese tema, así que si tanto te interesa gírate hacia delante y escucha atentamente - le ordenó Gertrudis severamente.

Gertrudis siguió hablando dejando en paz a las dos chicas. Inés quería acabar de contarle a su amiga lo que le estaba diciendo, así que arrancó un trozo de papel de una hoja en sucio y empezó a escribir una nota que más tarde pasaría a Laura. En la nota ponía:

“Te quería preguntar si me querías acompañar a comprar al supermercado de al lado un paquete de fideos (si no tienes nada mejor que hacer y si quieres claro)”.

Inés con muy buena puntería lanzó la notita de manera que aterrizase en la mesa de Laura. En cuanto  se dio cuenta, Laura cogió la nota y la escondió velozmente en el cajón de su pupitre. Comprobó que Gertrudis no la estuviese mirando y la abrió impaciente de saber qué es lo que su amiga le tenía que decir. Ella era tan pero tan fantasiosa que siempre se hacia un culebrón en su cabeza con cualquier cosa. Antes de abrir la nota pensaba que cabía la posibilidad de que Inés le quisiese presentar su primer novio. En abrir la nota se desilusionó un poquito pero le respondió muy alegremente:

“¡Claro que te acompaño, no seas tonta, ya sabes que estoy aquí para lo que quieras! A propósito, ¿Cuándo me vas a presentar a tu primer novio? Jajaja”.

Al acabar de escribir su respuesta dobló el papelito. Seguidamente se echó hacia atrás con las manos en la espalda como si estuviese bostezando. Inés captó que le quería pasar la nota y disimuladamente se la cogió de entre las manos y la escondió en el cajón del pupitre para leer la respuesta de Laura. En cuanto terminó de leer la primera frase y leyó la segunda, muy enfurecida cogió su bolígrafo con fuerza y escribió algo en el papel. Cuando acabó, le lanzó la nota a Laura con tan mal leche que le dio en toda la cabeza y rebotó, cayendo al suelo. Laura miró de reojo a Inés con una mirada asesina, de broma. Alargó el pie intentando no llamar la atención de su profesora, pisó la nota y la arrastró hasta su lado. Lanzó el bolígrafo al suelo y lo recogió junto con la nota. Rápidamente la escondió en el cajón, la abrió, y leyó lo que su amiga le había contestado.

“Primero: NO tengo novio. Segundo: JAMÁS voy a tener novio. Y tercero: NO me gustan este tipo de bromas y lo sabes. PD: no me ha hecho gracia así que he tachado lo de tu <<jajaja>> y lo he ignorado”.

En efecto, el “jajaja” que ella había escrito estaba tachado. Le daba rabia que Inés fuese tan…tan arisca, por decirlo de alguna manera, con los hombres. No siempre había sido así. Desde que ocurrió aquel terrible incidente se comporta de esa manera con los hombres. No los aguanta. No puede ni mirarlos a la cara. Le producen escalofríos, asco y odio. Laura comprendía que lo que le ocurrió a su mejor amiga hace unos años fue una cosa realmente espantosa y que no debe de ser fácil de olvidar, pero desde su punto de vista, aquel no era motivo para no acercarse a ningún hombre que no sea ni su padre, ni sus hermanos y lo justo con los profesores. Laura llevaba mucho tiempo intentado meterle la idea en la cabeza a Inés de que hay hombres fantásticos en el mundo, pero nunca había logrado los resultados que esperaba. Laura estaba llegando al punto de dejar a Inés por imposible con los hombres. Por eso escribió un “por favor, perdóname por ser tan inmadura. Sabes que te quiero y que no lo hago con mala intención” en el papelito y se lo devolvió a su amiga sin que Gertrudis se percatase de ello. Inés leyó lo que había escrito Laura, y cuando se dispuso a escribir algo, se dio cuenta de que ya no quedaba más espacio en aquel papel. Decidió no escribir nada más. Prefería dejar estar aquel tema por hoy. Además, Laura parecía muy interesada en lo que había comenzado a decir Gertrudis.

- Bueno, entonces no os olvidéis, el día 30 de junio tenéis que venir a recoger las notas. Cambiando de tema, ahora os voy a repartir unos trípticos que nos han llegado. Quien quiera moverse un poco este verano en vez de estar todo el día estirado en el sofá enfrente del televisor hinchándose de comer helados, puede ir a este campamento, en Burgos, el mes de julio. Si abrís el tríptico que os estoy repartiendo, encontrareis más información: el precio, las actividades que haréis, como es el lugar etc. Por cierto, quería comentaros… - dijo la profesora con su monótona voz.

De repente, Laura, olvidándose de la regañina que minutos antes habían tenido ella e Inés, se giró hacia su amiga con el entusiasmo reflejado en su rostro.  

- ¿Vas a ir? - le preguntó Laura.

- ¿A dónde? ¿Al campamento? - le preguntó Inés con una actitud inhibida.

- No, al chiki-park, no te digo. ¡Pues claro que es al campamento! - le contestó.

- ¿De verdad crees necesario preguntarme eso? Es obvio que no pienso ir ni borracha. Ya tengo bastante con mis dos hermanos en casa que parecen dos chimpancés. No pienso ir allí a pasar un mes durmiendo en suelo, rodeada de insectos, comer vete a saber qué, apestando y estando con gente rara. En concreto chicos desconocidos, bestias y repugnantes. Resumiendo: no iré a ese campamento - aclaró Inés.

- Vale, vale. No hace falta que seas tan clarita. ¿Oye, has pensado en buscar algo positivo? No has odio hablar nunca de la diversión, el aire puro, la hierba fresca, el ejercicio sano… - comenzó a decir Laura intentando que su amiga cambiase de pensamiento.

- Puedo divertirme perfectamente este verano sin ir a ese campamento. Si quiero hacer ejercicio cojo la bici y me voy a la montaña, a la vez que disfruto de la hierba fresca y del aire puro. Y cerquita de casa. Un pack. Todo en uno. Mira que bien. - contestó Inés con un tono de voz un pelín demasiado prepotente.

- Eres de lo que no hay… - dijo Laura dándose por vencida.

- Sí. Me lo dicen continuamente. - dijo Inés sintiéndose orgullosa de ello.

- Segundo aviso Inés y Laura. No me gustaría echarles de clase el último día cuando tan solo quedan diez minutos. Así que calladitas. Laura mira hacia delante. - les ordenó Gertrudis interrumpiendo su conversación por segundo vez. 

Durante los diez minutos que faltaban, las dos amigas no hablaron más. Por eso se hicieron un poco pesados, pero al fin, transcurrieron aquellos eternos minutos. El timbre sonó. Eso significaba una cosa… ¡Ya eran vacaciones de verano!

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Y hasta aquí la primera parte del primer capítulo de la historia "Y entonces llegaste tú". Proximamente prometo publicar la segunda parte. Muchas gracias a todas aquellas personas que han dedicado unos minutos de su tiempo en leer este pequeño fragmento de esta historia. Pero esto es solo el comienzo... Si queréis continuar conociendo a la protagonista de esta historia, Inés, y a la gente que la rodea, no os podéis perder la segunda parte del primer capitulo. ¡¡Muchas gracias por vuestra atención!!

Y ya sabéis, ¡espero vuestros comentarios!

Gracias de nuevo,

Gemma ^^