Me gustaría que la gente que leyese este primer capítulo comentase que le ha parecido. Recuerdo, sea una persona conocida o no, aceptó comentarios (siempre respetando) para poder mejorar así mi escritura. ¡Muchisimas gracias por vuestra atención! ^^
Deseo que os guste =D
___________________________________________________
Todos los chicos y todas las chicas cogieron sus respectivas mochilas y saltando como cabras locas salieron del colegio. Algunos hasta cantaban de alegría por los pasillos del instituto, y como no, entre tantos gritos y cantos de alegría, hubo algún que otro pisotón.
Inés y Laura salieron juntas del instituto como siempre lo habían hecho, solo que esta vez totalmente en silencio, al contrario que sus compañeros y sus compañeras de clase. Laura, muy charlatana, odiaba aquel silencio tan incomodo que se había formado. No pasó mucho rato hasta que la joven rompió aquel silencio sepulcral.
- Oye, ¿estás enfadada por lo de antes? - le preguntó a Inés con una voz un poco temblorosa.
- No - le contestó secamente Inés.
- ¿Y se puede saber por qué no dices nada? - le inquirió su amiga.
- Perdona, es que no tengo muchas ganas de hablar - contestó Inés sin mucho ánimo.
Laura no dijo nada. Las dos chicas fueron caminando hasta el supermercado y compraron los fideos. De camino a la parada del autobús, Laura quería sacar algún tema de conversación. Le irritaba estar tanto rato sin decir ni pío.
- ¿Sabes? Creo que mi relación con Manu va a tener futuro. Manu no es como los otros novios que he tenido. Manu no está conmigo para pasar el tiempo. Está conmigo porque me quiere de verdad, al contrario que los demás, estoy segura. - explicó Laura por decir algo.
Inés no dijo absolutamente nada. Laura se quedó sin saber qué hacer. No sabía si continuar hablando o dejarlo estar. Al fin, al cabo de unos minutos, Inés dijo algo.
- ¿Quién es Manu? - preguntó Inés.
- ¡Pero bueno! Si te lo expliqué todo el otro día. ¿Es que no lo recuerdas? - preguntó Laura un poco mosqueada.
- Claro que lo recuerdo. Manu. Pelo castaño y liso a la altura del cuello. Ojos del color del bronce. Moreno. Alto. Robusto. Diecinueve años. Está en su primer año de carrera. Estudia fisioterapia. Le conociste en la discoteca hace un mes. Amor a primera vista por parte de los dos. ¿Todo correcto? - contestó Inés muy seria.
- Sí. Todo correcto. ¿Entonces por qué has fingido que no te acordabas? - le preguntó Laura un poco más aliviada.
- No me refería a quien es Manu en el sentido básico de la pregunta. Quiero decir, ¿en verdad conoces quien es Manu? ¿Qué sabes de su pasado? ¿Sabes si de verdad es sincero? ¿Sabes si su carácter es como parece? ¿Quién te dice que no lo está fingiendo todo? - soltó de golpe Inés elevando un poco su tono de voz.
- No digas chorradas Inés. Claro que le conozco. No lo sé todo sobre él, es obvio. Le conozco desde hace un mes, y solo llevamos juntos una semana. Con el tiempo lo sabremos todo el uno del otro. Yo sé que es una persona sin máscaras, créeme. Confío en él plenamente. En eso se basa una relación. Si no hay confianza mutua todo se acaba - contestó Laura muy segura de sus palabras.
- No me hagas reír Laura, por favor. Ese es justamente el problema. Demasiada confianza. Si le das tiempo, puede que cuando descubras como es realmente sea demasiado tarde. - explicó Inés.
- ¿Sabes cuál es el problema aquí Inés? El problema es que no tengo nada que descubrir sobre Manu. Él es como es. No esconde nada, lo sé, hazme caso. - contestó Laura, ahora sí, mosqueada.
- Yo ya te lo he advertido, a partir de ahora es asunto tuyo - concluyó Inés.
Las dos jóvenes cogieron el mismo autobús. Durante todo el trayecto ninguna de las dos se atrevió a volver a entablar una conversación. La primera en bajar fue Laura. Las dos chicas se limitaron a decirse un simple “adiós”. Dos paradas después se bajó Inés. Desde hacía rato le rondaba por la cabeza la pequeña discusión que había tenido con Laura acerca de Manu. Tan solo esperaba que Laura no se hubiese enfadado con ella. Ella tan solo quería proteger a su amiga, pero Laura jamás lo entendería, ya que cuando se trata de chicos, ella está totalmente ciega. Le aterraba la idea de que Laura tuviese novio. Manu que sería, ¿el sexto o el séptimo novio? Quizás el octavo. Temía que por ir de flor en flor Laura acabase mal. Muy mal.
El fuerte sonido del claxon de un coche de color rojo interrumpió los pensamientos de Inés mientras cruzaba la carretera para llegar a su casa. No se había dado cuenta de que el semáforo estaba en rojo y de que había cruzado sin mirar.
De repente Inés se empezó a marear. La joven no podía oír los sonidos que la rodeaban con claridad. Todo lo escuchaba muy flojo y lentamente. Sobre todos los sonidos, Inés podía oír un agudo y fuerte pitido. Empezaba a verlo todo en blanco. Apenas se sostenía en pie. La chica se encontraba realmente mal. Finalmente, perdió el equilibrio y cayó al suelo lentamente. El pitido aún seguía. No tenía conciencia ni de donde estaba, ni de qué hora era. Nada de nada. Escasos segundos después sus ojos se cerraron.
La sirena de una ambulancia despertó a Inés. Cuando se despertó, se percató de que estaba estirada en un banco. Tardó unos minutos en recordar lo que había sucedido. Finalmente recordó que se había desmayado en medio de la carretera. Acabó pensando que seguramente se había estirado un momento en el banco mientras se le pasaba el mareo. Comprobó que hora era. Tan solo habían pasado unos cinco minutos desde que se desmayó. Inés se levantó y se dirigió hacia su casa muy extrañada por lo ocurrido. Muy pocas veces se había mareado de aquella manera y sin motivo aparente. Pero no le dio importancia.
Al entrar en su casa pudo olfatear un terrible olor a quemado. De la cocina empezaba a salir humo. A causa de la humareda, su madre, quién se encontraba dentro de la cocina, empezó a toser fuertemente. Inés, muy asustada, dejó caer su pesante mochila en medio del pasillo y corrió velozmente hacia la cocina. Al abrir la puerta, el humo se abalanzó sobre su cara, cosa que la obligó a cerrar los ojos fuertemente y a toser, a la vez que entraba en la cocina intentando llamar a su madre.
- ¿Mamá? - gritó Inés entre tosido y tosido.
- Inés, cariño, sal de la cocina, rápido - le ordenó su madre dulcemente.
- ¿Cómo que salga de la cocina? ¿Se puede saber que has estado haciendo? - le preguntó Inés un tanto harta de aquellos pequeños accidentes. No era la primera vez que le ocurría eso a su madre. En casa de Inés, quien cocinaba casi siempre era su padre. Su madre era un desastre en la cocina, pero aun así siempre se empeñaba en hacer tartas, galletas, magdalenas etc.… Tenía la esperanza de que algún día superaría a su marido. Pero sus intentos hasta ahora siempre habían sido en vano. O se pasaba con el azúcar, o le faltaba algún ingrediente o, en el peor de los casos, se le quemaba la comida ocasionando los famosos accidentes de humo de los cuales ya ningún vecino o vecina se sorprende.
- Lo siento. Es que en la televisión he visto un cocinero que estaba haciendo una tarta de moras que tenía una pinta deliciosa, y bueno, me ha dado envidia y yo también lo he querido hacer. Quería daros una sorpresa para merendar… - se disculpó la pobre madre mientras abría todas las ventanas para que el humo pudiese salir.
- La sorpresa seria no encontrarme humo saliendo de la cocina cada vez que entro en casa - le dijo Inés a su madre.
- Lo siento… - se disculpó de nuevo su madre muy arrepentida.
- Ahora en serio mamá. Cualquier día te encontramos asfixiada dentro de la cocina. Es muy peligroso. Además, como todos los vecinos ya están acostumbrados, algún día pasará algo gordo de verdad y nadie te vendrá a ayudar. Así que a partir de ahora más cuidado ¿vale? - le regañó con cariño Inés.
- Tienes razón. Me encanta que te preocupes tanto por mí. - le dijo su madre dándole un fuerte abrazo.
- Ah, se me olvidaba. He comprado los fideos. ¿Hay sopa esta noche? - preguntó Inés.
- Sí, pero cenaremos más tarde. Hoy papá termina una hora más tarde de trabajar.
- Ah, si quieres ya hago yo la sopa. No me cuesta nada. Ya sabes que tengo muy buena mano en la cocina. Papá me ha enseñado - ofreció Inés sonriendo. Uno de sus hobbies secretos que apenas nadie sabía era la cocina. Le encantaba cocinar. Se podía tirar tardes enteras cocinando junto a su padre.
- No creo que a él le haga mucha gracia. Ya sabes que no le gusta que le quiten el trabajo - le advirtió su madre.
- Como quieras - le contestó Inés mientras subía las escaleras dirigiéndose a su habitación.
Para llegar a su habitación, obligatoriamente tiene que pasar por delante de la de su hermana mayor, de veintidós años. Normalmente, su habitación está vacía por aquellas horas de la tarde, pero ese día, su hermana estaba allí, sentada en una silla mirando fijamente la pantalla de su ordenador. Inés entró en la habitación para saludar a su hermana Sonia.
- Que raro, ¿Cómo es que no estás en la universidad? - le preguntó Inés.
- Hola, eh. Es que hoy era el último examen - se explicó Sonia.
- ¿De qué era hoy? - le preguntó Inés muy interesada. En un futuro no muy lejano, seguiría los pasos de su hermana, haciendo la carrera de medicina igual que ella.
- De oftalmología clínica - se limitó a decir su hermana.
Cuando Inés de dispuso a reprocharle a Sonia su falta de comunicación (cosa que le hacía mucha gracia porque ella tampoco era en absoluto comunicativa) los fuertes gritos de sus dos hermanos menores la interrumpió. Sus dos hermanos menores, Bruno y Carlos, eran gemelos. Tenían once años. Los gemelos eran muy, pero muy traviesos. Los dos juntos armaban más escándalo que todo un pueblo junto. Siempre se las ingeniaban para echar a perder las cenas importantes, los cumpleaños (excepto el suyo por supuesto), las bodas… es decir, todas las celebraciones importantes. Y por mucho que les castigaban, siempre volvían a pensar alguna otra cosa que hacer para reírse un rato. Todo el mundo les daba por imposibles. Quizás algún día crecerían… Ese era el consuelo de mucha gente.
Los gemelos entraron bailando y cantando un rap inventado por ellos en el colegio.
- Ya están aquí - cantó Carlos.
- Ya han llegado - cantó Bruno.
- Los gemelos - cantó Carlos.
- ¡Y no quieren besos! - cantó Bruno.
- Si quieres saludarlos - cantó Carlos.
- Chócales la mano - cantó Bruno.
- Pero ten cuidado - cantó Carlos.
- ¡Que no se las han lavado! - cantó Bruno.
Inés y Sonia se habían quedado totalmente petrificadas. Sus hermanos estaban peor de lo que creían. Locos de remate para concretar.
- Esa canción no tiene ningún sentido - les dijo Inés sacándoles la lengua.
- Bueno, esfumaos, que tengo trabajo. Iros a hacer los gorilas a otra parte. - les ordenó Sonia con un tono de voz un poco borde.
Los gemelos se fueron pronunciando algunas quejas ininteligibles.
- Oye, no te ofendas, lo de gorila no iba por ti, pero lo de “esfumaos” también te incluye - le aclaró Sonia a Inés.
- ¡Uy si, cuanto trabajo! Vas a acabar loca si sigues trabajando así de duro Sonia - le dijo Inés irónicamente al observar que su hermana simplemente estaba hablando por el Messenger con sus amigas de la facultad.
Sonia no abrió la boca, pero la mirada que le lanzó a Inés lo dijo todo.
- Vale, vale. Lo capto, ya me voy, tranquila - dijo Inés.
Inés se dirigió hacia su habitación. Al momento se dio cuenta de que su mochila seguía tirada a bajo en el pasillo, así que fue a recogerla y volvió a su cuarto en silencio. Aún no se podía creer que ya hubiesen comenzado las vacaciones de verano. Inés abrió su mochila y empezó a sacar todos los libros. Al sacar la agenda, el tríptico del campamento cayó al suelo, aterrizando debajo del escritorio. La joven se agachó para recogerlo, y tuvo que apartarse su larga melena castaña oscura de la cara. Dejó el tríptico encima del escritorio y se hizo una cola bien alta con una goma de pelo negra que tenía en la muñeca. Al terminar, no pudo evitar la curiosidad y cogió el tríptico. Se estiró en su cama de un salto y lo abrió para leerlo. Al acabar, se quedó en silencio, pensativa, durante unos minutos que parecieron más largos de lo que en realidad eran. El teléfono sonó. Inés se llevó un pequeño susto y además, sus pensamientos fueron interrumpidos por los gritos de su madre.
- ¡Encarna! ¡Cuánto tiempo! - gritaba su madre exageradamente.
Inés cogió su iPod, seleccionó una canción que le apetecía escuchar y estirada en su cama, cerró sus ojos. Al cabo de casi una hora, la madre de Inés entró en la habitación de ésta.
- Inés, ¿sabes quién va a venir a pasar el mes de julio a casa? - le preguntó su madre muy animada.
- Si no me lo dices no lo sé, no soy adivina ¿sabes? - le contestó su hija una poco molesta porque estaba medio dormida.
- ¡Tu primita Susana, de Murcia! - le aclaró su madre saltando de alegría.
Al pronunciar el nombre de Susana, Inés se quedó totalmente petrificada. No se lo podía creer. Mira que tenía primos y primas. ¿Por qué justamente aquella? ¿Por qué tenía que ser aquella pequeña diablilla?
- ¿No me digas? Que ilusión… - contestó Inés sin muchas ganas.
- ¿Verdad? ¡Hace tanto que no la vemos a esa princesita tan mona! - dijo su madre sin captar la ironía de su hija. Desde luego, su madre no conocía a la verdadera Susana. Mira que llamarla princesita mona, pensaba Inés.
En cuanto su madre se fue, se levantó para ir al baño, y el tríptico del campamento que estaba encima de la cama, cayó al suelo de nuevo.
Al recogerlo, Inés observó la portada de pasada. “¡Ven a pasártelo bien el mes de julio! ¡Todo pura diversión!”. Eso es lo que ponía en la portada del tríptico, además de otras cosas sin importancia para Inés. A partir de ese momento, la chica cambió totalmente de pensamiento. Tenía que ir a ese campamento. Lo que pensaba la joven es que ir a ese campamento no sería peor que pasar un mes con Susana. Eso seguro. Una vez decidido, cogió su móvil y llamó a su amiga Laura.
- ¿Diga? - preguntó Laura.
- Laura, soy yo - contestó Inés sabiendo que Laura identificaría su voz, si es que no había mirado antes quien llamaba.
- Ah, hola, dime - le contestó Laura con un tono de voz un poco tímido por miedo a que Inés estuviese enfadada por lo de antes.
- Sé que te parecerá un poco extraño, pero… ¿sigue en pie lo de ir al campamento? - preguntó Inés abajando la voz.
- Claro. ¿Pero por qué ese cambio tan radical? - le preguntó Laura muy extrañada.
- Es que resulta que casualmente el mes de julio viene a mi casa mi prima Susana, ya sabes… - se explicó Inés.
- ¡¿Susana?! No será aquella que… - empezó a decir Laura con miedo a continuar la frase.
- En efecto. Esa misma. No hace falta que continúes. No quiero recordarlo - le pidió Inés a su amiga Laura.
- Está bien. Como quieras. Pues me alegro de que vaya. Así te vendrás de campamento conmigo, ¡qué suerte! - dijo Laura muy contenta.
Las dos amigas fueron sacando temas de conversación, y estuvieron hablando un largo rato, hasta que el padre de Inés vino de trabajar, y tuvo que colgar para ir a cenar.
Después de cenar, se percató de que estaba bostezando muy seguidamente, así que decidió irse a la cama pronto. Una vez dentro, no podía dejar de pensar en el campamento. Tenía el presentimiento de que aquellas vacaciones no se parecerían en absoluto a todas los demás. Aquellas vacaciones… Aquellas vacaciones serían…
Inés se quedó dormida sin hallar el adjetivo correcto para describir cómo serían aquellas vacaciones que acababan de comenzar.
Cuándo terminéis de leer este primer capítulo podéis hacer la pequeña encuesta. ¿Qué os parece Inés? ¿Os gusta? ¿Creeis que debería cambiar su actitud?
ResponderEliminarComentad, gracias ^^
Yo ya he hecho la encuesta, como siempre la primera en todo jujuju ^^ pero yo ya he leído mucho más de lo que hay aquí publicado ^^
ResponderEliminarLECTORES Y LECTORAS SEGUIR LEYENDO que ahora está interesante pero lo mejor aun tiene que llegar, a mi todavía me sorprende al leerlo otra vez...
Musky ves publicando pero también sigue escribiendo el resto de la historia porque sino los pobres llegaran al capítulo 8 y se quedarán con las mismas ganas con las que estoy yo ahora mismo!!!
Aunque de momento no haya comentado nadie, ya estoy yo aquí para animar... ya verás como dentro de poco la gente se enganchará!!
PD: tengo alguna idea suelta para la nueva historia jijiji mañana te las comento que no te encuentro en el msn, cuando estás tú yo no estoy y al in revés.
BESOS SUPER ESCRITORA!!
Laura ;) (Rusky, PI5, pentaiodur de fòsfor)
RUSKYY!!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario ^^
Es cierto, nadie comenta =(
Hablo en el texto para nadiee T__T
hay 42 visitas, pero nadie deja comentario a parte de ti =(
yo ya he dicho que aunque sea gente desconocida pueden comentar igualmente...
quizás esque es gente de otros paises que no puede leer la historia.. =S
bueno, en cualquier caso, hay que correr la voz de tu blog, del mio, y del futuro nuestro XD!!
Y tu tranquila, que a partir del capitulo 3 cuando aparezca quién tu y yo ya sabemos, cambiare costias jijiji XD
pues nadaa q muchas gracias de nuevo preciosa!!
Nos vemos mañana super escritora!!!!
PD: PASAROS POR EL BLOG DE LA SEÑORITA LAURA!!
PEDIDLE QUE OS DIGA LA DIRECCIÓN!! ;)
BESOS RUSKYY!!! (L) ^^